Sin lugar a dudas, el cine 3D fue una de las grandes innovaciones en la historia del cine, marcando una nueva etapa en el modo en que las películas son disfrutadas por los espectadores. A pesar de que las primeras pruebas de cine en este formato se remontan a inicios del siglo XX, con las pruebas iniciadas en 1915 y las primeras proyecciones comerciales en la década del 50, fue realmente en los 2000 cuando el cine 3D asomó de forma espectacular. Conforme las décadas, los avances tecnológicos en la proyección y la captura de imágenes han hecho que el 3D fuera más accesible y eficiente, otorgando la experiencia visual más precisa y realista.
La resurrección del cine bajo este formato en la segunda mitad de los 2000, se posicionó con el lanzamiento de Avatar en el año 2009. Dicha película se destacó por la gran narrativa y efectos especiales de última generación, pero también por llevar la experiencia 3D a un nivel totalmente novedoso, usando herramientas de captura de movimiento avanzadas y cámaras de primera calidad con el objetivo de crear una profundidad visual sorprendente. La película supo recaudar miles de millones a nivel mundial y el éxito comercial y de crítica expresó el potencial del cine 3D para ser una herramienta central en la industria del cine. Desde ese momento, los estudios empezaron a invertir de manera más considerable en producciones en 3D, lo que resultó en un aumento en la cantidad de films lanzadas de tecnología.
La experiencia que propina este formato ha cambiado radicalmente el modo en que los espectadores interactúan con las películas. En comparación del cine tradicional en dos dimensiones, en donde la pantalla se percibe como un lienzo plano, el cine en 3D brinda una sensación de profundidad y volumen que tienen como fin hacer que los objetos y los personajes parezcan que salen de la pantalla. De este modo, ha hecho que los directores puedan contar historias de una manera mucho más dinámica, explorando novedosas formas de representar el espacio y el movimiento. Los efectos especiales y las secuencias de acción, por ejemplo, cobran una vida más espectacular, haciendo que el público se involucre de lleno en la historia de cada film.
¿Cómo se crea el proceso de tridimensionalidad en el cine?
El procedimiento para conformar la ilusión de tridimensionalidad en el cine se basa en el modo en que los ojos perciben el mundo. Los seres humanos cuentan con una visión binocular, lo que implica que ven el mundo mediante dos ojos que están separados, lo que permite contar con una percepción de profundidad. Para llevar esta experiencia a la pantalla, los directores de cine emplean una técnica en la que se proyectan dos imágenes superpuestas, cada una de ellas destinada a un ojo específico. Esta separación entre las imágenes conforma una diferencia en el ángulo con el que cada ojo percibe la escena, copiando la forma en que el cerebro interpreta las pequeñas variaciones entre las imágenes que captan los ojos en la vida real, lo que desarrolla la sensación de profundidad.
La creación de las dos imágenes superpuestas necesita la utilización de cámaras especiales que son diseñadas para grabar en 3D. Estas cámaras cuentan con dos lentes, ubicadas a una distancia similar a la separación de los ojos humanos, para capturar dos vistas ligeramente distintas a la misma escena. Luego, las imágenes se proyectan en la pantalla de forma simultánea, pero cada una está orientada a un determinado ojo, lo que asegura que el espectador pueda percibir las imágenes como si estuviera frente a él en tres dimensiones. Este procedimiento es esencial para la conformación de la ilusión de profundidad, ya que el cerebro interpreta la diferencia entre las imágenes de los dos ojos como una señal para la construcción de un objeto con volumen y forma en el espacio.
Para que los espectadores experimenten de forma adecuada el efecto de profundidad, es necesario la utilización de gafas especiales. Dichas gafas funcionan como un filtro que garantiza que cada ojo pueda recibir solo la imagen que le corresponde. Existen, principalmente, dos tipos de gafas 3D, denominadas pasivas y activas. Las pasivas, por lo general, suelen ser más económicas y utilizan lentes polarizados para que cada ojo vea una imagen diferente, dependiendo de la polarización de la luz que pasa mediante los lentes. Por su parte, las gafas activas son mucho más sofisticadas y usan una tecnología electrónica para alternar ágilmente entre las imágenes que se proyectan para cada ojo, concordándose con la frecuencia de la proyección, lo que otorga mayor nitidez y claridad a la experiencia.
Estas gafas hacen posible que el espectador pueda observar la imagen correcta en cada ojo, pero también ayudan a mantener la coherencia en la percepción de la profundidad y la alineación de los objetos. Sin las gafas correctas, los dos conjuntos de imágenes que se proyectan en la pantalla se mezclan, lo que desencadenaría en un efecto borroso, quitando la sensación de 3D. La utilización de estas gafas es esencial para la correcta percepción de tridimensionalidad, garantizando que el cerebro pueda interpretar la información visual de un modo más eficiente y alcanzar la ilusión que se desea de volumen y espacio.
Vale mencionar qué, más allá de los avances en la tecnología de proyección y en técnicas de filmación, el uso de estas gafas continúa siendo un desafío para los espectadores. Pues algunas personas pueden vivir un momento incomodo al llevarlas por mucho tiempo o de hecho, sentir dolor de cabeza, lo que puede acortar la duración de la experiencia. A su vez, el uso de estos componentes puede dificultar la visión en las pantallas que son grandes o al intentar observar mediante lentes de corrección. Sin embargo, las compañías cinematográficas continúan trabajando para mejorar las experiencias, abordando tecnologías como, por ejemplo, las pantallas 3D sin gafas, que podrían eliminar los inconvenientes en el futuro y brindar una experiencia más inmersiva.
¿Qué tener en cuenta a la hora de disfrutar de una película en 3D?
Previo a disfrutar de una película en 3D, resulta importante tener en cuenta aspectos claves que asegurarán una experiencia cómoda y agradable. Uno de los factores más importantes es la condición visual y la comodidad ocular. En el caso que tengas complejidades en la visión como, por ejemplo, miopía, hipermetropía o astigmatismo, es fundamental utilizar los lentes correctivos junto con las gafas. De este modo, estarás seguro y podrás ver con claridad y evitar todo tipo de incomodidad. En algunos casos, las personas pueden padecer mareos y dolores de cabeza debido a la forma en que la cabeza procesa las imágenes. Por eso mismo, en caso que tengas antecedentes de molestias visual al ver este tipo de películas, sería de gran utilidad considerar si el formato es el adecuado.
Otro factor que cumple un rol importante en la experiencia es el tipo de gafas que utilizarás. De acuerdo a la sala de cine, las gafas 3D pueden variar en diseño y en tecnología. Las gafas pasivas, que suelen ser las más comunes, son más livianas y cómodas, pero la calidad de la imagen puede bajar mínimamente. Por otra parte, las gafas activas, como hemos mencionado, ofrecen una calidad de imagen superior, son más pesadas e implican sincronización con el sistema de proyección. También es importante constatar si necesitas llevar gafas propias o si el cine se encarga de proporcionarlas. En ambos casos, no dejes de asegurarte de que las gafas puedan ajustarse correctamente al rostro con el objetivo de evitar incomodidades y así, disfrutar al máximo de los efectos tridimensionales.
Tanto la ubicación en la sala y la distancia de la pantalla son aspectos fundamentales. El lugar donde te sentarás puede impactar considerablemente en la experiencia 3D. Por eso mismo, siempre se recomienda seleccionar un asiento en el centro de la sala para contar con una visión más equilibrada de la pantalla. A su vez, la distancia con respecto a la pantalla también es vital, puesto que estar demasiado cerca o lejos puede afectar la sensación de profundidad y la claridad de la imagen. Una distancia certera permite que los ojos puedan adaptarse sencillamente al efecto tridimensional sin forzarlos demasiado. De este modo, podrás acceder a una experiencia totalmente envolvente y fluida, sin la necesidad de mover la cabeza continuamente para ajustar la vista.
El tiempo de proyección es otro elemento a considerar previo a ver una película a través de dicho formato. Este tipo de películas suelen ser un poco más largas que las convencionales, lo que puede resultar agotador, especialmente si no estás habituado al formato. En caso que sea tu primera experiencia viendo una película en 3D o si eres sensible a los efectos de la pantalla, es recomendable seleccionar una película que tenga una duración moderada. A su vez, también es importante prestar atención a como se siente la vista durante la película. En el caso que comiences a sentirte incómodo o mareado, no dudes en realizar una pausa para descansar o para salir por un rato de la sala. No olvides que escuchar al cuerpo es fundamental para evitar una fatiga ocular y disfrutar plenamente la película.
Por último, antes de ingresar a la sala, constata que la proyección en 3D se encuentre bien calibrada. Sucede que la calidad de la proyección es fundamental para vivir una experiencia satisfactoria, dado que una proyección calibrada erróneamente puede resultar en imágenes borrosas y distorsionadas. Algunas salas de cine, principalmente las más antiguas, pueden no tener la tecnología necesaria, lo que impactaría en la percepción de profundidad y claridad de las imágenes. Si el cine posee equipos de última generación como, por ejemplo, proyectores digitales de alta definición, la experiencia será mucho más agradable. Por eso mismo, se recomienda analizar la calidad del cine y asegurarte que cuente con dispositivos modernos con el fin de disfrutar de una calidad visual de primer nivel.